La joyería es un arte que se viene desarrollando desde hace millones de siglos atrás.
En el período de los Paleolíticos, los hombres que poblaban la tierra utilizaban los elementos naturales como accesorios, naciendo así las primeras joyas.
En un principio las piezas de joyería eran consideradas como elementos decorativos, posteriormente se utilizaron minerales y materiales, como huesos, piedras, conchas y caracoles asignándoles el rol de talismanes y convirtiéndose así en objetos de gran valor.
Seguidamente se le dio paso a la edad del bronce y con esto a los objetos más fuertes y con mejor forma y se abrió camino al bello arte de la orfebrería.
Metales como el oro, la plata y el bronce ganaron terreno y se convirtieron en señal de poder, nobleza y división de clases sociales.
Con el paso de los años y con la adecuación de herramientas, maquinarias y tecnologías, el oficio de la joyería se ha ido posicionando y se ha convertido en un arte que denota sensibilidad, belleza, impetú, pero sobre todo que transmite la esencia de quien elabora la joya pensando en los significados que traerá para quien la portará.
En historia las joyas para caballos tienen raíces antiguas y se han desarrollado a lo largo de los siglos. Aunque no hay un año específico en el que se comenzaron a diseñar joyas exclusivamente para equinos, y sus jinetes. Los egipcios fueron pioneros en adornar el cuerpo con metales y piedras preciosas. Los orfebres egipcios eran auténticos artistas, creando joyas tanto para los humanos como para los caballos.
En el siglo XX, hubo un cambio significativo en la relación entre los seres humanos y los caballos. Los caballos, que antes se utilizaban principalmente con fines militares y utilitarios, se reorientaron hacia actividades de esparcimiento y competición deportiva. Los deportes ecuestres se iniciaron en los Juegos Olímpicos modernos en 1900 en París, y la equitación se convirtió en una afición popular en los países desarrollados. Además, se desarrollaron actividades hípicas impulsadas por la popularidad de las apuestas.
En resumen, su evolución a lo largo de la historia ha estado ligada a cambios en la relación entre humanos y equinos, así como al desarrollo de actividades ecuestres y recreativas. En Colombia, los caballos son protagonistas en diversos escenarios, desde el campo hasta los deportes y las cabalgatas.
Esta raza se caracteriza por su sensibilidad, fuerza, brío, velocidad y suavidad. Los ejemplares de esta raza tienen movimientos bien definidos y permiten a quienes los montan disfrutar de una gran quietud. Los cuatro andares del Caballo Criollo Colombiano son: